Fotosíntesis

Fotosíntesis

Más de dos veces he sentido esa guerra interna que, al igual que todas las beligerancias, comienza por alguna estupidez. Me refiero a la frialdad dedicada a mi persona de mi parte, a la bilateral ausencia de arbitraje entre cada una de mis fases.

Todos somos, en parte, planta; dependemos mucho de las raíces hundidas en la fría y húmeda tierra y no podemos vivir sin la ceguera de la luz. Esto sin tomar en cuenta algunos casos especiales, y cada vez as frecuentes, que necesita a una tercera persona que los plante y los atienda alo largo de su existencia.

Reconozcámoslo, vivimos en fases, dos para ser exactos, separados de nosotros mismos, es por eso que buscamos vivir o estar en pares, para compensar esa ineptitud para mantenernos en conjunto propio. Si nuestras fases no están en concilio cada una de ellas buscará la unión con otra ajena a nosotros mismos, pero con similitud con esa fase buscadora y contraria a la fase libre, la cual, a la sazón, también buscará a otra fase con el propósito primordial de protesta ante el acto de su compañera.

Ahora bien, lo ideal es hacer conjunción de nuestras fases, lo cual puede llegar a pecar de difícil. El especto casi imposible radica en la diferencia entre ellas la cual, al final, las une por concepto de atracción de polos opuestos.

La primera fase, la fase luminosa es la que nos hace correr ciegos pero siempre disimulando ver todo con claridad y soberbia. Pero la luz, antes de cegarnos, nos revela las cosas tal y como son, hay un lapso en el cual logramos ver todo claro, todo es lucido y nos nutre, absorbemos la energía y la almacenamos en paquetes triples. Lo erróneo de esto esta en no saber como utilizar esta energía, de hecho, existen individuos que ni siquiera saben la manera correcta de abrir los paquetes o quienes ni siquiera están conciente de su existencia o contenido.

En lo personal, la fase oscura me parece mas intensa. Nos movemos entre las tinieblas pero no lo hacemos a ciegas, no vamos tentando para guiarnos ni dando pasos cortos y sin levantar los pies ya que no estamos ciegos como en la otra fase, solamente es una total ausencia de luz. Para la gran mayoría esta es la fase a la que mas hay que temer por que no quieren aceptar la negrura como parte de su naturaleza, como peso equilibrante de la balanza, artefacto inevitable, en esta vida de altibajos. Es en esta parte donde se abren la mayor parte de los paquetes triples, la energía se libera, cada paquete con un destino distinto.

Un paquete es para alimentarnos aun con la incertidumbre del verdadero propósito de dicho acto.

Otro de ellos es un embriagante, un inhibidor de emociones que nos conduce a liberarnos aunque luego, pasado el efecto, corramos a ponernos los grilletes por nuestra cuenta.

El último paquete es el que causa la discordia entre ambas partes, quienes requieren la energía y no la comparten ni por gusto ni por resignación si no hasta que se aceptan mutuamente. Generalmente, sin embargo, solo una de las fases se termina quedando con el paquete dejando a la otra hambrienta y en espera, agazapada con el puñal en mano y lista para intentar ganar el siguiente round.

Lo que ninguna de las fases se da cuenta es de la enorme cantidad de oxigeno que se libera en el proceso. Este oxigeno es energía que nadie aprovecha, no por que no la necesiten, si no que, por un lado tenemos la ceguera y, por el otro, la falta de luz ya mencionada. Tal vez esto se deba a una fotofobia que nos impide llegar a la síntesis de nosotros mismos aun cuando hemos comenzado a pensar en el fruto. Por eso quedamos sedientos, exhaustos y hacemos tregua temporal en la lucha para tomar un poco de agua y, después, volver a alzar al aire la lanza.